Por: Gustavo Adrián Salvini (Twitter: @guspatagonico – http://www.gustavosalvini.com.ar)
Están invitados a leer las entregas anteriores de esta serie:
- Parte 1 – Una breve historia del tiempo
- Parte 2 – La Cebolla del Conocimiento
- Parte 3 – El Mashup Global, o la ensalada del conocimiento colectivo
- Parte 4 – Un Uno Seguido de Cien Ceros
Escribiendo la Enciclopedia Infinita
Dedicado a Benoît B. Mandelbrot, matemático nacido en Varsovia, Polonia en 1924, con estudios en Francia y Estados Unidos de América, mejor conocido como el padre de la geometría fractal.
En esta oportunidad quiero introducir algunos conceptos que me parecen fascinantes y sumamente relacionados a la forma en que se propaga el saber, que no por casualidad, guarda una similitud sorprendente a una inmensa cantidad de procesos y formas de la naturaleza. También podemos encontrar esas estructuras fractales, recursivas, repetitivas, en creaciones humanas -de allí “artificiales“- como la red Internet. Nada es casual.
Los Fractales
La palabra “fractal” puede atemorizar o intrigar a quien no la conoce y gran alegría a quien sí sabe de ella. Algo muy curioso: Este asunto empezó porque alguien quería conocer exactamente la longitud de la costa de Inglaterra. La pregunta inmediata: ¿y qué longitud tiene la costa de Inglaterra? La respuesta no es tan simple como podríamos suponer. Imaginemos que la estamos observando desde un satélite y tomamos medidas. Si ahora la recorremos a pie, ¿obtendríamos la misma distancia? ¿si la recorre un perro? ¿si la recorre una hormiga? ¿y si la recorriera una bacteria?
Desde el satélite vemos unas líneas “más o menos rectas”, podríamos decir que vemos la costa “suavizada”, pero si la recorremos caminando encontramos pequeños obstáculos que debemos rodear y si fuéramos una bacteria tendrán importancia hasta los granos de arena que estemos atravesando. Podemos continuar indefinidamente hasta encontrarnos con el tamaño y forma de los átomos. A medida que nos hacemos más pequeños o que nos acercamos más y más, la distancia aumenta. Cada bahía que viéramos desde el espacio como una suave curva, tendría sub-bahías cada vez más pequeñas, que a su vez tendrían más y más sub-bahías.
A raíz de ello, Mandelbrot escribió un artículo titulado precisamente “¿Qué longitud tiene la costa de Inglaterra?”. Cuando lo presentó ante un consejo científico, los oyentes quedaron perplejos. No sabían si el hombre estaba chiflado o si lo que decía era una realidad evidente. Podían pensar lo que quisieran, pero las respuestas que daban a esas preguntas eran las mismas: “no es mi campo”, o “ahora mismo lo busco en la enciclopedia”.